miércoles, 2 de mayo de 2007

¿Fue un partido como cualquier otro?
No. Una cancha mitad anaranjada y mitad verde provoca primero un impacto visual que llama la atención y que siempre está presente. Hasta el sonido del tenis cambia. Pero estamos ante uno de los grandes duelos que produce el deporte mundial por estos días. Nadal y Federer podrían enfrentarse en arena y el partido tendría atractivo por la sola presencia del número 1 y el número 2 del tenis.

¿Jugaron en serio?
Definitivamente sí. Las exhibiciones tienen un costado informal por el que Rafael Nadal y Roger Federer transitaron momentáneamente: algunas bromas por un pique defectuoso del lado del césped, los jueguitos futboleros de Federer mientras esperaba que Nadal se acomode, las miradas cruzadas por tener que cambiarse el calzado constantemente y la cara ingenua de Nadal cuando en el tie break del tercer set (Federer se ponía 4-0) casi rogó por que se le dieran buena. Pero el partido fue de dientes apretados. Nadal y Federer construyen una rivalidad que no da margen para partidos livianos. Jugaron en serio.

¿Fue determinante que Nadal sea especialista en polvo para ganar La Batalla?
No necesariamente. El partido obviamente se salió de la lógica que tiene cualquier otro jugado en una superficie "normal". Nadal y Federer parecían preocupados en resolver situaciones más que en desarrollar una estrategia. Nadal se impuso con sus argumentos de costumbre: solidez para jugar de fondo en polvo y pura pelea del lado del pasto. Pero el choque fue muy cerrado. De hecho el partido tuvo una paradoja para sus estilos: Nadal ganó el 62 por ciento de los puntos jugados en la red y Federer apenas el 40 por ciento.

¿Es mejor el de polvo de ladrillo qué el de pasto?
Las flaquezas se vieron: a Nadal le costaba defenderse cuando jugaba en césped, pero una vez que tenía el control del punto no dudaba. A Federer le costó en los momentos en que del lado del césped no jugaba una pelota definitiva y entonces Nadal podía pasarlo.

¿Tiene futuro La Batalla de las Superficies?
Lo tiene como un atractivo que corra en paralelo con el circuito profesional. La idea generada por el publicista argentino Pablo Del Campo puede tener continuidad en varios formatos: enfrentar al ganador de Roland Garros y al de Wimbledon cada temporada, por ejemplo. Dependerá de cómo los tenistas y los diferentes actores del deporte juzguen esta experiencia.

Declaraciones!

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